LA ARDILLA Y EL PINTOR
Un día, al lado de una casa que un grupo de pintores
estaban restaurando, cortaron un árbol donde vivían un grupo de ardillas. Al
caer el árbol una se hizo daño en una patita y no pudo escapar. Cuando ya se
consideraba perdida, uno de aquellos pintores la cogió y arreglo su patita.
Luego, en una caja grande se la llevó a su casa. Allí vio que unas niñas y un
niño jugaban con ella y le daban cosas para comer.Decidieron dejarla viviendo
allí con ellos. Un día tomando el sol en una ventana abierta, vio al niño
jugando con sus amigos en el pequeño jardín y pensó bajar a jugar con ellos,
pero lo impedían la puerta y la escalera. Entonces vio que en la fachada había
unos hierros y unas cuerdas que llamaban tendederos, y para ella era facilísimo
subir y bajar por allí. A partir de ese día fue uno más de la pandilla jugando
en el jardín. Otro día las niñas hicieron algo que le encantó: La bañaron y le
secaron el pelo con un aparato que hacía mucho ruido, daba un aire calentito
que le recordaba el verano en el bosque antes de vivir allí. Pero lo que le
hizo muy feliz fue cuando el niño sacó de un armario un bote, y mojándose los
dedos con contenido, se lo daba a comer a ella...¡¡Era un bote de leche
condensada!!. Ni los mejores frutos del bosque se le podían igualar. Esta es la
historia de una pequeña ardilla, que vivió muy feliz con la familia de aquel
pintor al que todos añoramos y que se llamaba Gaspar.
Y como así ocurrió, ahora se lo está contando con gran cariño a todos…
El abuelito Valentín