EL TERNERILLO LUCERO
La abuela Rosiña cayó rendida en la cama cuando ya el Sol
estaba alto. La noche en el establo había sido dura y agitada. Su vaca había
tenido un ternero. Cuándo ya estuvo segura llamó al veterinario, el cual como
siempre si la llamada era nocturna, mandó a un ayudante. Entre la abuela y él
sacaron al ternerillo, el cual nada más nacer se agarró con ilusión a la teta
de su madre, entre las risas de los que le habían ayudado a nacer.
La abuelita
antes de dormir (y pensando en su marido) exclamó:
¡¡Cuánto hubieras disfrutado
“Varas”!!
¿Pero no se había llamado Miguel?. Si pero su abuelo se había apodado
“Varas” y en muchos pueblos aun el apodo se hereda antes que el apellido. Por
Miguel Ortiz nadie le conocía. Pero por el nieto del “Varas” le conoce toda la
comarca.
. Esta es aún en muchos sitios la España rural y
profunda. Entonces este relato..¿Es fantasía o realidad?..Eso solamente lo
sabe…El abuelito Valentín.
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