CANELO
Cuando ya estábamos llegando al pueblo de Bahía Chica, todos nos
sentíamos más contentos y animados. Después de cinco años, volvíamos a veranear
en aquel lindo pueblo. Lo que antes eran pequeños huertos, ahora eran
Chalecitos para veraneantes. Cuando nos volvimos a ver con antiguos conocidos,
nos advirtieron que el pueblo había cambiado bastante. El pequeño
rompeolas---ahora asfaltado, era un cómodo Paseo. —Pero, lo que más nos
sorprendió, fue un pequeño Monumento, el cual
consistía, en un Pedestal y la Estatua de un precioso Perro. Lo que más
nos intrigó, fue una Placa que decía
A CANELO
CON TODO EL AGRADECIMIENTO DE LOS NIÑOS
DEL PUEBLO.
Proseguimos nuestro paseo, pero
aquel Monumento, nos seguía intrigando. A poca distancia vimos a nuestro amigo
Antonio, después de saludarnos con alegría...le preguntamos qué significaba
aquel precioso Monumento. Con la emoción reflejada en el rostro, nos dijo:
Vamos a sentarnos en aquel banco, y
os contaré la historia de Canelo. Y nos dijo: El verano siguiente, al que
vosotros pasasteis aquí, apareció en el pueblo—sin duda como uno más—de los
perros que por esas fechas son abandonados. Demostrando conocer bien a los
niños…pronto se unió a la Pandilla capitaneada por “El Pecas”, el chaval mas
travieso del pueblo. Por el color de su pelo, los chavales, le dieron el nombre
de Canelo. Al principio, las mamás, acogieron con recelo a Canelo…cuando
estaban en el Parque le tiraban piedrecitas, para que no se acercase a sus
pequeñines. Su condición de –perro vagabundo—le hacía sospechoso. No eran
capaces de apreciar su bondadoso carácter.
Los chavales de la pandilla, le
guardaban un trocito de su merienda, y
así Canelo, no pasaba hambre. Y llegó el día que el pueblo pudo sufrir una
desgracia.
Después de unos días de disfrutar
de un Mar en calma…el tiempo cambió de una forma que hacia peligroso acercarse al Mar. Y
entonces fue, cuando a la pandilla, se le ocurrió la idea de ir a por
cangrejos, a las rocas de la escollera. Sin pensar en el peligro, entre bromas
y risas, no vieron a una ola mayor que las demás, que los envolvió tirándolos,
y empapándolos. Pero, por desgracia, al tirarlo la ola, Juanillo, se dio un
golpe que lo dejó muy mareado, y al retirarse la ola, ¡lo arrastraba mar
adentro!. Por suerte, Canelo estaba a su lado, y pudo sujetarlo con sus fuertes
dientes por el cinturón evitando así una tragedia.
Los niños llegaron muy asustados,
al Bar que hay en la Casa del Mar, gritando¡¡que Juanillo se está ahogando en
la escollera!! Salimos todos corriendo, y llegamos a tiempo de presenciar la
escena que no olvidaremos jamás!! Cada vez que una ola tiraba de Juanillo…Canelo, apoyando con fuerza el
vientre en la roca ¡evitaba que el Mar arrastrase a su amiguito! Cuando
llegamos, mientras unos atendían a Juanillo, otros nos ocupamos de Canelo—que
ya estaba, al límite de sus fuerzas.
En la Clínica del Mar, mientras un
médico atendía a Juanillo, otro médico (de forma excepcional) iba cosiendo los
jirones de piel en que se habían convertido las patas y el vientre de
Canelo,--el cual quedó alojado con todo cariño—en La Casa del Mar. Ahora, las
mamás que antes le tiraban piedrecitas, para que no se acercase a sus niños... Rivalizan
para ver quien le lleva las mejores cosas a Canelo.
Hoy día,--merecidamente—es el
Orgullo de todo el pueblo de Bahía
Chica.
Que este sencillo cuento, sea un
Homenaje, a todos los perros, que día a día, son cruelmente abandonados. Ese es
el deseo, de
El
abuelito Valentín.
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