NUESTRO PARAISO TERRENAL
Después de de varios días de andar de un sitio para otro, con nuestro
coche todo-terreno, y la tienda de campaña, llegamos por difíciles caminos, un
lugar de gran belleza, tanto que mi esposa y yo exclamamos con gran alegría:¡¡Esto
es El Paraíso Terrenal!!. Allí pensábamos pasar unos días descansando del
ajetreado veraneo. A mi esposa, le preocupaba que por aquel amplio contorno, no
había el menor rastro humano…La única vecindad, era una pequeña manada de
ciervos que nos miraban desde una prudente distancia, pero sin ningún temor.
Poco nos podíamos imaginar la deliciosa aventura que nos esperaba. Nuestro pequeño
hijo Néstor, se cansó de correr, y jugar mientras nosotros montábamos la Tienda
de Campaña. Al día siguiente nos llevamos una gran sorpresa…Mi esposa, me
despertó, aterrada. Nuestro hijito no estaba en su cama. Cuando ya íbamos a
salir gritando, llamando a nuestro pequeñín..Mi esposa, me pidió quedarme
quieto—y llevándose un dedo a los labios me rogaba silencio. La escena que
veíamos a poca distancia de nuestra Tienda de Campaña, ¡no la olvidaremos
jamás!. Nuestro hijo estaba jugando con un pequeño cervatillo, al que le daba
trocitos de galletas de un paquete que teníamos para desayunar. La sorpresa nos
hacia dudar, dé si estábamos despiertos, o era ¡un maravilloso sueño!. Con
muchísimo cuidado,--procurando, no hacer ruido—que pudiese alarmar al
cervatillo…salimos de la Tienda para grabar tan preciosa situación. El
cervatillo no nos prestó la más mínima atención. Solamente , le importaba
jugar, con aquel improvisado amigo. Pero, desde unos matorrales (y casi oculta
por ellos) vimos a una cierva,--tan sorprendida como nosotros—viendo el juego
de aquella insólita pareja. Mi esposa, se fue acercando con cuidado a la mamá
cierva,--que escuchando aquella voz cariñosa, que le ofrecía además una
golosina, fue perdiendo el temor…y así un Águila, que pasaba por allí,
contemplase a un extraño grupo , formado por dos humanos, y una mamá cierva,
viendo las carreras, y juegos de un niño, y un cervatillo, en perfecta amistad.
La compenetración de nuestro hijo, y el cervatillo, fue tal, que si nuestro
hijo tardaba en salir a jugar, el cervatillo, entraba en la Tienda a buscarlo.
Aquel fue nuestro mejor veraneo. Pero las vacaciones, llegaban a su final. Con
tristeza, nos marchamos, de lo que había sido, ¡nuestro Paraíso Terrenal.
Nuestro hijo nos hizo prometer, que siempre volveríamos allí.
Al siguiente veraneo, nos llevamos una gran decepción. Con
forme nos aproximábamos, lo que antes había sido un estrecho camino de montaña,
ahora era más ancho, y con señales de estar muy transitado. Al llegar, ¡nuestra
desesperación fue muy grande!.Muchos árboles habían sido talados, para vender
su madera. Por la ambición del dinero, el desastre se había producido.
Nuestro hijo, nos pedía con desesperación que buscásemos a
su amigo el cervatillo. Pero, nos fue imposible dar con nuestra querida manada
Su desconsuelo, fue total.
La irresponsabilidad, y el dinero, ¡nos habían quitado para
siempre Nuestro Paraíso Terrenal.
Que éste cuento, sirva para que tomen conciencia aquellos
irresponsables que no respetan a la Madre Naturaleza.
Ese es el deseo, del abuelito Valentín.
Y colorín colorado, éste cuento…¿os ha gustado?
No hay comentarios:
Publicar un comentario