LUCERIN
Aquella mañana de primavera, Lucerín disfrutaba tomando el Sol desde lo más alto de su
casita. Pero no penséis que Lucerin era un niño, ¡qué va!...era un pequeño
Halcón que desde su nido,--situado en lo más alto de una montaña—veía un
precioso valle, y unos bosquecillos, en los que sus papás, se esforzaban
cazando, para satisfacer su inagotable apetito. Quien con más mimo se dedicaba
a cuidarle (como siempre ocurre) era su querida Mamá. El papá, dedicaba su
tiempo tratando de aportar la mayor cantidad de alimentos al Nido. La gran
cantidad de presas que había en aquel lindo bosquecillo, facilitaban su labor.
Con tan grandes cuidados, Lucerin crecía muy deprisa,-tanto- que sus alas eran
tan grandes como las de sus papás, los cuales se esforzaban en enseñarle a
volar, y cazar…Pero él –muy picaron—fingía que no tenía suficiente fuerza, y
que aún era pequeñito,(se estaba tan cómodo en el nido).Por ello, un día el
papá,--ya un poquito “mosqueado”—le preguntó a su mujer.¿No te parece que
nuestro hijito, nos está tomando el pelo?. Yo, a su edad, y con unas alas más
pequeñas que las suyas, ya volaba, y cazaba algo para comer. Pero, la Mamá, lo
defendía ya que lo seguía considerando un indefenso pequeñín.
Al poco tiempo,--el destino—le jugó una trastada a Lucerin. Cuando más tranquilo estaba en el Nido, pasó
por su lado una ¡bellísima Halcona,! Que se había propuesto, conquistar a tan apuesto
galán. Y Lucerín, picó el anzuelo. Olvidando sus “truquillos”, se lanzó como
una flecha tras ella, y cuando quiso darse cuenta…¡había alcanzado tal altura,
que ya todo intento de seguir fingiendo, no le valdría de nada. Sus papás,
habían visto con alegría, que su hijito ya no dependía de sus cuidados.
Lucerín, consiguió enamorar a tan preciosa criatura. Juntos se dirigieron a una
cercana montaña, para hacer allí un cómodo Nido
tan grande como el de sus papás.
Lucerín,--se prometió, a sí mismo—que si algún día tenía que
cuidar de sus hijitos, procuraría no dejarse engañar,(como él había hecho con
sus padres),y les enseñaría a volar—cuanto antes mejor—en el Cielo de la Vida.
Pero, en el “Cielo de los Humanos también hay algún que otro
Lucerín, que se resiste a volar solito…¡se está tan cómodo en el Nido…Pero eso
lo podrá hacer, hasta que alguna preciosidad se cruce en su camino, y él olvide
también los “truquillos”. Pero, si así ocurre, no debe de sentir ningún temor.
Ya que su madre (tenga él la edad que tenga)..lo seguirá considerando siempre…
Su pequeño Lucerin.
Y como así ocurrirá, ahora se lo cuenta a sus amigos…
El abuelito Valentín.
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