jueves, 27 de junio de 2013

EL CONDE MALVADO



EL CONDE MALVADO


En un lejano país, a pesar de tener grandes  maravillas y riquezas sus habitantes se sentían pobres y desgraciados. Trabajaban sin descanso, pero la avaricia del Conde Arnaldo era insaciable. En el Castillo, además del cumpleaños del Conde, se celebraba otro acontecimiento, su hijo, el Condesito  Hugo, participaba por primera vez en un Torneo compitiendo otros Nobles Caballeros. Pero en la cena de Gala, el Conde demostró su maldad, su joven paje Floreal, en un descuido, volcó una copa de vino manchando el vestido de la dama que se sentaba al lado del Conde, el cual se levantó y abofeteó furiosamente al aturdido paje…pero, lo que llenó a todos de espanto, fue cuando pronunció la siguiente sentencia. Por inútil saldrás inmediatamente de este Castillo, y al salir el sol, cualquier persona que  te vea, ¡podrá darte muerte, recibiendo por ello una recompensa!.

Floreal, recogió sus armas y pertenencias, y en un veloz caballo salió del Castillo. Se dirigió a una zona lejana cubierta por espesos bosques que él conocía muy bien. Pronto encontró un amplia cueva, que le pareció un buen refugio, y suficiente oculta para evitar allí la cruel sentencia del Conde. Cerca de la cueva había un fresco arroyo, muchos frutos silvestres, y la posibilidad de cazar algún animalito para no temer por su alimentación. Pensaba que allí tendría que pasar el resto de su vida. Pero, el destino le tenía reservada una gran sorpresa.

En una zona del bosque, (algo alejada de allí) se organizaban algunas cacerías, y en una ocasión, el Condesito Hugo, y un grupo de amigos organizaron una de ellas. Entre los amigos hicieron apuestas de quien conseguiría la pieza mayor. Hugo, deseando se el vencedor….se alejó internándose en una zona ---para él desconocida---De pronto, de entre unos matorrales, salió un gran jabalí…y Hugo lanzó su caballo tras él..pero no vio que una rama  más baja que las demás le obstruía el paso, ¡¡y se dio un tremendo golpe en la cabeza, que le derribó sin sentido del caballo!!. Cuando se recuperó un poco…¡¡comprobó aterrado, que el golpe, y las heridas, casi le habían privado de la visión…¡¡se había quedado casi ciego!!. Pidió desesperadamente ayuda,--pero se había alejado tanto de sus amigos—que estos no le oyeron,(y demostrando ser unos malos amigos) después de esperarle bastante tiempo se marcharon de allí, dejándole abandonado. Por temor a las represalias del Conde…se marcharon lejos del condado.

Por suerte para Hugo, Floreal, --que estaba cazando por allí—escuchó sorprendido, que alguien pedía desesperadamente ayuda. Por su delicada situación, se acercó con gran cuidado…viendo que una persona, con la cara ensangrentada pedía ayuda. Le ayudó a subir al caballo, y le llevó a su refugio para prestarle ayuda. Pero…al limpiarle la cara, ¡comprobó aterrado que se trataba del hijo de su verdugo!. Al pronto dudó que hacer, ¡pero su gran corazón no dudó en ayudarle todo el tiempo que fuese menester!.  Por la gravedad de las heridas y la escasa visión de Hugo…pasó mucho tiempo, por lo cual entre los dos jóvenes surgió una gran y profunda amistad. Hugo le pedía a Floreal que le llevase de nuevo al Castillo, asegurándole que nada tenía que temer…pero Floreal que conocía el malvado y cruel carácter del Conde, no se decidía en complacer a su amigo.

En el Castillo, el Conde, desesperado por la ausencia de su hijo, ofrecía grandes recompensas y honores a quien encontrase a su querido hijo.

En el refugio del bosque,--una noche—Floreal (viendo la tristeza de su amigo) le prometió que al ser de día emprenderían el regreso al Castillo. Cuando el centinela de la puerta principal, vio avanzar aquellos dos extraños personajes, llamó al Oficial de Guardia para que los identificase. Al identificarse Hugo, como el hijo del Conde…el Oficial dando gritos mandó  a un soldado a dar la gran noticia al Conde el cual llegó corriendo, ya que su corazón le decía que su sufrimiento había llegado a su fin. Padre, e hijo, ¡¡se abrazaron emocionadamente!!. Pero las sorpresas para el Conde, no habían acabado. Hugo, (abrazando a su amigo) preguntó a su padre…¿No reconocéis a mi gran amigo y salvador?. Ante un gesto negativo del Conde…Hugo dijo: Tengo el honor de volveros a presentar a vuestro antiguo paje Floreal, a quien debo mucho más que mi vida. El Conde,---abatido---cayó de rodillas ante Floreal, suplicando perdón por todo el mal que había ocasionado.

¡Las Fiestas duraron varios días, en uno de los cuales, el Conde comunicó a sus invitados!. He dado orden, de que le sean entregados a Floreal, cuantas recompensas y Honores había ofrecido a quien encontrase a mi querido hijo. Pero además, a partir de este día, el Condado, estará  gobernado por Hugo y Floreal.

Así fue, como un Condado que había tenido fama de malvado y cruel, es conocido ahora.

¡¡POR EL CONDADO DE LA AMISTAD!!.

Y como así ocurrió, se lo cuenta ahora a sus queridos niños..


El abuelito Valentín.

lunes, 10 de junio de 2013

LA ENCONTRARON

¡¡ LA ENCONTRARON!!

Los Jardines de Madrid, estaban tristes. A pesar de ser primavera, no lucían con todo su esplendor. Les faltaba la Reina de las Flores.
Gorriones, y palomas, buscaban con afán por todos los Jardines a esa Reina. Pero un vivaracho gorrión al que llamaban el detective llegó loco de alegría, diciendo: - No busquéis más, la he encontrado, está en una plaza muy bonita de la ciudad, y tiene nombre de emperatriz, se llama Valeria y es la rosa más bonita.
Pero, ¡ojo!...acercaros a ella con cuidado y mimo, ya que tiene protegiéndola a la flor Candela y si alguien le hace llorar… la defiende con sus espinas.
Los Jardines de Madrid, ¡están de fiesta!. Ya encontraron a su Reina, se llama Valeria, y es…
¡¡ UNA BELLISIMA FLOR!!

LA GOLONDRINA PECHO BLANCO

LA GOLONDRINA PECHO BLANCO

La golondrina  Pecho Blanco, y sus tres amigas, revoloteaban muy contentas. Otra vez llegaba el calor, para volver juntas al bonito pueblo donde tenían sus nidos. Pecho Blanco recordaba –ya algún tiempo atrás—cuando haciendo su nido en el alero de aquel caserón, escuchó el llanto de un pequeñín. Voló cerca de la ventana, y vió a un precioso niño, al que todos llamaban Miguel. Al instante decidió que le ayudaría. Cuándo Miguel estaba en la calle,(a veces con algo de susto de sus papás)…volaba a su alrededor limpiando el aire de mosquitos que pudieran perjudicar a Miguel.
Cada año, le costaba más trabajo reconocer a Miguel…¡como crecía “su niño”!.
Cuando ya estaban en el pueblo..sus amigas, y ella, se asustaron al ver un grupo grande de gente gritando..¡¡GOL!!, y un montón de niños,--vestidos todos igual—abrazando a otro. ¡¡Y en el abrazado, reconoció a “su Miguel”!!.
La alegría, y el orgullo, le quitaron el cansancio del largo viaje, desde el lejano lugar donde pasaba el invierno. ¡¡Que mayor estaba ya su Miguel!!.
Pero, un temor le asaltó….¿tendría fuerzas para volver otro año más al pueblo?.
Entonces, una de sus amigas, llegó llorando. ¡Su nido ya no estaba!, el balcón lo habían cerrado con cristales.
Los pueblos, crecen y se modernizan…¿Pero qué será de las alegres golondrinas?.
Si las eliminamos…¿Quién limpiará el aire de mosquitos a otros niños, igual que Pecho Blanco hizo con Miguel?....Esta pregunta se la hace a todos…

El abuelito Valentín.

viernes, 7 de junio de 2013

RECUERDOS DEL PASADO



Recuerdos del pasado

Si Darius Lojam lo hubiera sabido, nunca hubiese desenterrado esa cajita de metal oxidado de su jardín.

Era un día tórrido de verano y Darius, un chico de 22 años, intentaba pasar el día lo más fresco posible en su casa de campo con sus padres. Era una casa apartada del pueblo de Kurlin y la tienda más próxima se encontraba a 5 Kilómetros; la casa estaba rodeada de una arboleda de pinos y abetos, y no muy lejos de allí, descansaba un panteón familiar, que cada año, una parte de los miembros de su familia se dedicaba a limpiar y mantener más o menos decente, este año les tocaba a ellos.
A Darius, no le gustaba demasiado veranear en la casa, pues dejaba en la ciudad toda su vida, sus amigos, y a su pareja, Gabrielle, no soportaba estar lejos ella. Darius no era un chico muy valiente, y el hecho de estar a 300 metros de un panteón con los cuerpos sin vida de sus familiares le incomodaba bastante; su padre, Alfred le decía en tono irónico:
 - Míralo por el lado bueno, por lo menos no son unos vecinos muy ruidosos.
Pero eso a él no le tranquilizaba, y mucho menos le hacía gracia. Su madre, Claudia era más pasota, y prefería resignarse y acabar la tarea lo antes posible. De vez en cuando suspiraba  a su marido y decía:
 - Ya me pueden tener una alfombra roja para cuando suba arriba yo también.
A lo que su marido la respondió mientras la veía limpiar la tumba de su suegra:
- Estás haciendo algo bonito por mi madre
– Tu madre no haría esto por mí, nuca le guste
– Ya no se lo podemos preguntar – dijo él con sarcasmo.
Mientras tanto Darius se encontraba en la casa, sentado en el sofá del salón, con el ventilador, e intentando buscar algo interesante en la tele. Hacía zapping pero nada, y además era un aparato antiguo que no contribuía a obtener una imagen nítida, y el 60% de los canales se veían mal, o peor, no se veían, pero él no cesaba en el intento, pasaba de un canal a otro en sentido ascendente.
- Un momento, ¿Qué ha sido eso?
 Entre canal y canal le pareció ver reflejado lo que era la cara de una chica, una chica de cabello oscuro, como el suyo, y acto seguido notó una mano en su hombro y una respiración en el cuello.
– Que miedica eres hermanito
La tonta de su hermana pequeña Cristine, de 10 años le había gastado una broma, y lo que él vio fue su simple reflejo.
- ¿Por qué eres tan estúpida Cris?
- Deberías estar ayudando a papa y mama – dijo ella.
– No te metas, ya sabes que no me gusta ese sitio, me da escalofríos.
- Bueno, por lo menos así no tendrás tanto calor, jajaja… - y dicho esto salió corriendo al jardín.
Aunque le fastidiaba, tenía razón, no en los escalofríos, sino en que no era justo que mientras ellos trabajaban, él estuviera tranquilamente descansando, al fin y al cabo también era su familia. Asique salió de casa en dirección al panteón.
- Papa, mama, he venido a ayudar.
- Muy bien, nuestro hijo ya se ha hecho un hombre – dijo su padre frotándole la cabeza.
A Darius no le gustaba que le trataran como a un niño.
- Vete quitando las hojas secas de fuera y las malas hierbas cariño -  le dijo su madre.
Darius hizo lo que le dijeron, al cabo de media hora recogiendo se sentó un momento apoyado en la pared de ladrillo gris del panteón, pues el estar agachado continuamente y tirando de los rastrojos era agotador. Se relajó demasiado y dejo caer la cabeza hacia atrás dándose involuntariamente un golpe contra la vertical.
- Aaauuu
Miró el dichoso ladrillo con el que se golpeó.
 – No puede ser, ¿me lo he cargado?
Darius no se lo podía creer, un duro ladrillo se había roto con un golpe de su cabeza, ¿o es que acaso no era tan duro como debería?
El chico intento arreglarlo recomponiendo los trozos, pero cuanto más lo tocaba, más trocitos se hacían, finalmente quedó el hueco, pero algo había dentro.       Darius forzó la vista para evitar tener que meter la mano en el agujero, pero al final lo hizo, y sacó una cajita de metal oxidado de un tamaño algo más pequeño que un ladrillo, lo justo para entrar en la negrura de la pared. Tenía cerradura, pero estaba tan destartalada que abrió sin problemas.
- ¿Qué es esto? – dijo sacando un papel amarillento. - es una carta – aunque la tinta faltaba en algunas zonas, todavía se podía leer:
     Amada mía, te escribo esto porque no sé si volveremos a encontrarnos algún día, me acusan de haber robado el dinero del banco Candle, no me queda otra alternativa que la huida de este pueblo.
Perdóname, pero esto no es una nota de compasión, sino de confesión, efectivamente he robado el banco, pero ha sido por una buena causa.
Te quiero demasiado para ocultarte la verdad, asique confío en ti para que guardes esta carta. Espero que podamos volver a vernos algún día. Cuida de Alfred.
Te quiere
Jack Lojam.”
- ¡Es mi abuelo!- dijo pálido Darius.
No sabía porque, pero no podía enseñarle esta carta a Alfred, pues él tenía a su padre como un héroe de guerra que partió al combate y murió defendiendo su país, luego le devolvieron el cuerpo a su familia, y ellos le enterraron junto a los suyos en un nicho condecorado con adornos de medallas al valor. Su abuela enfermó debido a la pena poco después de aquel funeral privado, también murió y fue enterrada en un ataúd al lado de su marido. Alfred conoció a Claudia, hija del comisario del pueblo dos años antes de la muerte de su madre, y fue a la ciudad a vivir con ella. No, no podía destruir la historia de su familia.
Darius se preguntó en que gastaría su abuelo el dinero, cuál sería la buena causa, pero eso es algo que ya no sabría. Ahora todo encajaba, su abuela escondió la carta en la cajita y la colocó entre las paredes de aquel panteón, justo en el lado más próximo a su nicho, para que simbólicamente ella siempre guardara el secreto a su lado. Ahora el secreto se ha desvelado, y la tarea de mantenerlo oculto ha pasado  a otra generación


           Daniel López Huerta