sábado, 10 de noviembre de 2012

BLANQUITO



                                                                  BLANQUITO

Cierto día, después de una larga Marcha mis amigos y yo, llegamos a un lindo pueblo, dispuestos a descansar allí dos o tres días. El único Hotel, era una vieja Posada. Por la noche, nuestra amable Posadera, nos contó la historia del niño más querido del pueblo, nos dijo: En una modesta casa, al final de esta calle vive el chaval más alegre, y bueno, que os podáis imaginar, se llama Manolin y desde pequeñito, vive con su abuelita María. Nuestro amiguito, ayuda mucho en las tareas de la casa. Cierto día, cuando venía de recoger leña para el fuego, se sentó a descansar, en el camino…cuando en un viñedo que había a su espalda, le pareció escuchar unos débiles balidos,--prestó atención—y con gran sorpresa, vio  que un pequeño corderito le pedía con mirada suplicante ayuda. Manolin, no lo dudo. A pesar de ir cargado con la leña, tomó en sus brazos al corderito, y lo llevó a su casa, dispuesto a ayudarle. La abuelita, muy sorprendida, le preguntó: ¿Dónde has encontrado ese corderito? . Manolín, le explicó lo sucedido. La abuelita, le dijo, que algún rebaño de los que pasaban por allí lo habían abandonado. Entonces le pidió a la abuelita, que le dejase quedarse con él. La abuelita le dijo: Hasta que pueda comer hierba, ¿Cómo piensas alimentarlo?. Pero Manolin, muy decidido dijo: Hasta ese día, yo le cedo mi tazón de leche del desayuno, a mi no me importa desayunar pan y aceite. Así fue como el corderito, entró a formar parte de la familia. Por ser tan blanquito, decidieron llamarle así. Los amigos de Manolin, también colaboraron en la alimentación del corderito. Cuando ya pudo comer hierba, el grupo de amigos, lo sacaban a pastar, y jugaban con él como si fuera uno más de la pandilla. Ninguno, podía suponer, ¡la aventura  que les iba a suceder!.
En el pueblo, había un pequeño Hospital, atendido por unas bondadosas Monjitas, y allí tuvieron que ingresar toda la pandilla, por una epidemia de sarampión. La Sala de los niños, la atendía una Monjita, ya algo mayor llamada Sor Angustias.
Blanquito, al faltar sus amiguitos estaba desconcertado, miraba por todas partes, balando con tristeza. Y una noche que la puerta del corral, había quedado mal cerrada, se escapó en busca de sus amiguitos. Guiado por su instinto, llegó al Hospital, y aprovechando una ventana abierta , entró a buscar a sus amiguitos, ¡y lo consiguió!.
Manolín, pensó que estaba soñando , cuando vio a Blanquito –subido en su cama, queriendo jugar con él. ¡Su grito de alegría, despertó a todos!, el alboroto fue tal…que  Sor Angustias, entró alarmada. Pero, antes que encendiera la luz, Blanquito, muy asustado salió corriendo—pero con tan mala suerte—que tropezó con Sor Angustias, haciéndole darse un fuerte culetazo en el suelo. La monjita, solo vio que algo salía corriendo  huyendo por una ventana..¡y gritó con todas, sus fuerzas…¡¡El Demonio, ha entrado en el Hospital, y me ha tirado al suelo!!.
Los niños nunca se habían divertido tanto, Cuando les dieron el alta, con grandes carcajadas, contaron a sus familias lo ocurrido en el hospital. Por eso ahora en el pueblo, nadie le llama al corderito Blanquito, todos lo conocen..¡¡Por el Demonio de Sor Angustias!!.
Y como así ocurrió, ahora se lo cuenta a sus queridos niños….
El abuelito Valentin,

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