sábado, 10 de noviembre de 2012

LUCERÎN



                                                                                 LUCERIN
Aquella mañana de primavera, Lucerín disfrutaba  tomando el Sol desde lo más alto de su casita. Pero no penséis que Lucerin era un niño, ¡qué va!...era un pequeño Halcón que desde su nido,--situado en lo más alto de una montaña—veía un precioso valle, y unos bosquecillos, en los que sus papás, se esforzaban cazando, para satisfacer su inagotable apetito. Quien con más mimo se dedicaba a cuidarle (como siempre ocurre) era su querida Mamá. El papá, dedicaba su tiempo tratando de aportar la mayor cantidad de alimentos al Nido. La gran cantidad de presas que había en aquel lindo bosquecillo, facilitaban su labor. Con tan grandes cuidados, Lucerin crecía muy deprisa,-tanto- que sus alas eran tan grandes como las de sus papás, los cuales se esforzaban en enseñarle a volar, y cazar…Pero él –muy picaron—fingía que no tenía suficiente fuerza, y que aún era pequeñito,(se estaba tan cómodo en el nido).Por ello, un día el papá,--ya un poquito “mosqueado”—le preguntó a su mujer.¿No te parece que nuestro hijito, nos está tomando el pelo?. Yo, a su edad, y con unas alas más pequeñas que las suyas, ya volaba, y cazaba algo para comer. Pero, la Mamá, lo defendía ya que lo seguía considerando un indefenso pequeñín.
Al poco tiempo,--el destino—le jugó una trastada a Lucerin.  Cuando más tranquilo estaba en el Nido, pasó por su lado una ¡bellísima Halcona,! Que se había propuesto, conquistar a tan apuesto galán. Y Lucerín, picó el anzuelo. Olvidando sus “truquillos”, se lanzó como una flecha tras ella, y cuando quiso darse cuenta…¡había alcanzado tal altura, que ya todo intento de seguir fingiendo, no le valdría de nada. Sus papás, habían visto con alegría, que su hijito ya no dependía de sus cuidados. Lucerín, consiguió enamorar a tan preciosa criatura. Juntos se dirigieron a una cercana montaña, para hacer allí un cómodo Nido  tan grande como el de sus papás.
Lucerín,--se prometió, a sí mismo—que si algún día tenía que cuidar de sus hijitos, procuraría no dejarse engañar,(como él había hecho con sus padres),y les enseñaría a volar—cuanto antes mejor—en el Cielo de la Vida.
Pero, en el “Cielo de los Humanos también hay algún que otro Lucerín, que se resiste a volar solito…¡se está tan cómodo en el Nido…Pero eso lo podrá hacer, hasta que alguna preciosidad se cruce en su camino, y él olvide también los “truquillos”. Pero, si así ocurre, no debe de sentir ningún temor. Ya que su madre (tenga él la edad que tenga)..lo seguirá considerando siempre…
Su pequeño Lucerin.
Y como así ocurrirá, ahora se lo cuenta a sus amigos…
El abuelito Valentín.

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